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La Asociación Canaria de Neuropsiquiatría y Salud Mental (ACN) reclama un aumento de la inversión y la mejora de las políticas asistenciales en concepto de psicoeducación y prevención en Salud Mental

Cada 42 horas se suicida una persona en Canarias, según los últimos datos del INE, correspondientes a 2020: se trata del tercer valor más alto en España

 

El 90 por ciento de los suicidios tienen que ver con trastornos mentales, cuya calidad asistencial en los últimos años “ha ido en detrimento” en las Islas

 

El Archipiélago también duplica la media nacional en la tasa de ingresos por adicción a drogas, un factor íntimamente relacionado con los fallecimientos por suicidio

 

Santa Cruz de Tenerife, 11 de octubre de 2022. Las últimas cifras reveladas por el Instituto Nacional de Estadística (INE) acerca de la incidencia del suicidio en España, referentes al pasado 2020, sitúan a Canarias como la tercera comunidad autónoma con mayor tasa de fallecimiento por esta causa (9,56 casos por cada 100.000 habitantes), solo por detrás de Asturias (11,98) y Galicia (11,29). Esto se traduce en una media de un suicidio cada 42 horas, el valor más alto en el Archipiélago desde que se recogen datos. Se trata de unas cifras que, tal y como alerta el presidente de la Asociación Canaria de Neuropsiquiatría y Salud Mental (ACN), Eduardo Vera Barrios, resultan “escalofriantes”.

 

Existen dos factores principales que alimentan estos resultados: de un lado, el 90 por ciento de los suicidios se relacionan con trastornos mentales (especialmente la depresión) y, de otro, el consumo de alcohol y otros tóxicos es un claro factor de riesgo. En este sentido, Canarias ha sido la autonomía con las mayores tasas de admisión a tratamiento por este tipo de adicciones durante varios años, con tasas marcadamente superiores a las del conjunto de España, según el Servicio Canario de Salud.

 

Ante este escenario, Vera manifiesta su “intensa preocupación” y asegura que, a pesar de que “nuestra comunidad autónoma siempre se ha caracterizado por la positividad de sus habitantes, su buen clima y sus paisajes idílicos, llegando a estar habitualmente en los primeros puestos de ciudades con mayor calidad de vida, se ha visto sometida a unas condiciones socioeconómicas que han producido daños en la asistencia sanitaria en materia de Salud Mental”.

 

“Tengamos en cuenta que, en las tasas anuales de suicidio, el incremento ha sido drástico y progresivo desde el inicio de la década del 2010, y que la cifra de suicidios consumados en 2020 aun no puede reflejar de forma global la más que probable influencia negativa de la pandemia del Covid-19 en el agravamiento de dichas cifras”, comenta Vera.

 

En este sentido, Vera destaca que “el 90 por ciento de estas cifras tuvieron que ver con trastornos mentales, cuya calidad asistencial en los últimos años ha ido en detrimento por diversos factores, entre los que se encuentran el incremento de la población o el escaso ratio de profesionales de salud mental respecto a las directrices nacionales, europeas e internacionales”.

 

Otro factor clave es “la escasa psicoeducación a través de los medios de comunicación para la población general”, que permitiría dotar a los canarios de “herramientas para la gestión emocional y el desarrollo de mecanismos de afrontamiento más sanos que eviten el asistencialismo desbordante en los hospitales y Unidades de Salud Mental”.

 

Del mismo modo, desde la Asociación destacan el “escaso desarrollo de políticas comunitarias que permitan atender a los usuarios de una forma más desestigmatizada y humana”, así como la necesidad de ofrecer «más información y prevención en materia de consumo de drogas, entre otras deficiencias”.

 

Una tasa de admisión a tratamiento por consumo de drogas que duplica la media nacional

 

Respecto a la tasa de admisión a tratamiento por consumo de drogas, cercana a un 60 por ciento por encima de la media nacional, “podríamos hacer una reflexión sesgada que apuntara en la dirección de que los canarios somos más conscientes de la necesidad de tratar nuestros problemas de adicciones y solicitamos más ayuda que el resto del país, pero nada más lejos de la realidad”, asegura Vera.

 

Al contrario, “en nuestra experiencia clínica observamos nuevamente un desbordamiento de la asistencia por el aumento del consumo de drogas en la última década”, a lo que se suma que “asistimos como ciudadanos a la normalización del consumo de drogas duras, con modificación en los patrones de consumo, pasando desde el lúdico-festivo de fin de semana al consumo diario de altas cantidades de cannabis, cocaína y anfetaminas alucinógenas”.

 

Estos datos son especialmente preocupantes en nuestros jóvenes, asegura Vera,  “sobreexpuestos a la presión de las redes sociales, sometidos a la deshumanización de la sociedad, con menores habilidades sociales de interacción, una menor tolerancia a la frustración que generaciones precedentes y una escasa información real sobre las consecuencias físicas y mentales del consumo de drogas”.

 

Además existen otros importantes factores de estrés psicosocial, como la elevada tasa de paro en Canarias (17,76 por ciento, frente al 12,4 por ciento de media nacional) o el hecho de que el 36,3 por ciento de la población en las Islas se encuentre en riesgo de pobreza o exclusión social, según el XI Informe Estatal sobre la Pobreza, realizado en 2020.

 

La solución: un aumento de la inversión y la mejora de las políticas asistenciales en concepto de psicoeducación y prevención en Salud Mental

 

«Somos conscientes, como Asociación, de los esfuerzos que ha realizado la Administración a este respecto, articulando progresivamente el Plan de Salud Mental de Canarias 2019-2023 a pesar de las dificultades que ha supuesto la inoportuna crisis del Covid-19”, resaltan desde la Asociación.

 

Sin embargo, “nos mantenemos pendientes de la evolución de programas como la articulación de Asistencia Comunitaria de usuarios o el Teléfono de La Esperanza, para atajar el aumento de las tasas suicidas”. Respecto a este último, la Asociación apuesta por un modelo gestionado en última instancia por profesionales de la Sanidad Pública o, en su ausencia, por que las entidades involucradas, muchas de ellas dependientes de voluntariado, tengan “un alto nivel de formación en Salud Mental para garantizar la calidad de la Asistencia”.

 

“Estamos convencidos que toda inversión realizada en materia de Salud Mental es tremendamente rentable, dado que revierte directamente en el bienestar de la sociedad en su conjunto. ¿Qué mayor rentabilidad puede haber?”, resalta Vera. “No se trata simplemente de aumentar la inversión, sino también de mejorar la eficiencia de las políticas asistenciales”.

 

En este sentido, “contemplamos con esperanza e ilusión algunos proyectos, como el desarrollo de talleres de gestión del estrés y psicoeducación en la Educación Secundaria, la organización de coloquios sobre Salud Psicológica en diversos municipios y la difusión de documentales independientes sobre Salud Mental en medios de Comunicación y redes sociales”.

 

Y es que “la atención hacia la Salud Mental en Canarias no solo es importante y necesaria: es urgente”.

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